Dime donde vives y te diré cómo se siente tu cerebro
«Si sirves a la naturaleza, ella te servirá a ti»
Confucio, 479 A.C.
Todos sabemos lo que nos gusta, lo que nos pone de buen humor o las situaciones que preferimos evitar porque sabemos que nos molesta, y diferenciar aquellas situaciones que nos fortalecen y nos ayudan a conocernos mejor, pero ¿has pensado alguna vez porque el clima también afecta a nuestro ánimo?
Todos estamos expuestos a una variedad de estímulos que influyen e impactan en la calidad de vida del individuo, independientemente del entorno en el que viva (desierto, en una isla paradisíaca… todos los escenarios son entorno influyendo en nosotros). Esto afecta a la salud psico-emocional y a su percepción del bienestar en general. Por ejemplo, diferentes investigaciones (Aspinall, 2013; Bailey, 2018; Bratman, 2015; Joung, 2015; Neale, 2017; Park, 2007; Tilley, 2017) han establecido que los olores que percibimos en espacios cerrados afectan al ánimo (mood), siendo olores agradables y placenteros los que activan tu neocorteza; el ruido afecta a la calidad de sueño y en niveles elevados puede producir de irritabilidad y confusión mental; la temperatura afecta a la toma de decisiones, es decir, tu corteza pre-frontal (¿quién puede pensar con claridad un día de verano a 40º C?), y las experiencias hápticas (háptō: «tocar», relativo al tacto), la sensación táctil, afecta a la motivación para que inicies actividad al aire libre. ¿Interesante verdad?
Estos siete estudios coincidieron en el efecto positivo que ofrecía la naturaleza a los individuos comparada con los ambientes urbanos (demostrando que la actividad cerebral disminuye en la primera); cuando los individuos estaban rodeados de la naturaleza accedían en un estado cerebral que favorecía la relajación y la meditación, mientras que los ambientes urbanos provocan un incremento de sensación de intranquilidad y frustración.
Los estudios obtuvieron un resultado revelador: los entornos naturales se asociaban a una disminución de la actividad en la corteza prefrontal y a una función restaurativa de las funciones cognitivas; es decir, que los ambientes en los que predomina la naturaleza son sanadores para nuestro cerebro, cuerpo y mente.
Algunos de los beneficios de la exposición a ambientes naturales a largo término serían los siguientes:
⚪ Frecuencias cerebrales más bajas: frecuencias equiparables a las que tenemos tras 20 minutos de meditación.
⚪ Menos actividad en la corteza prefrontal: encargada de recordar, analizar, crear, solucionar problemas, etc.⚪ Sensación de bienestar expansivo.
Sabiendo esto, analicemos que pasa por nuestro cerebro (entre otras cosas) al ser expuesto al ambiente urbano:
Sobre activación de la región amigdalina: donde se encuentra la respuesta al estrés y emociones primarias de supervivencia como la ira, el miedo o la vergüenza.
Hiperestimulación cognitiva: demasiados estímulos, información que procesar y otros elementos propios de las ciudades (visuales, auditivos, olfativos) que dificultan la toma de decisiones y dirigir la atención a lo que requiere esfuerzo.
En conclusión podemos decir que realmente la naturaleza es beneficiosa para el bienestar, por lo que no nos olvidemos de tener contacto con ella cada cierto tiempo
A tus genes les gusta el sol y la playa
«La epigenética no cambia el código genético, cambia la forma en que se lee. Los genes perfectamente normales pueden provocar cáncer o la muerte. Viceversa, en el entorno adecuado, los genes mutantes no se expresarán. Los genes son equivalentes a los planos; la epigenética es el contratista. Cambian el montaje, la estructura.»
Bruce Lipton
La epigenética trata la capacidad de los organismos vivos de responder al medio ambiente donde viven y modifican su expresión genética en moléculas y hormonas, produciendo así cambios fisiológicos y neurológicos. Es un tema que me apasiona y ha cautivado mi interés, como a muchos otros neurocientíficos.
Aunque los seres humanos no seamos una especie de ser vivo estacional, existe una respuesta (expresión genética) en nuestro interior, por ejemplo, los niveles de testosterona están afectados por los cambios de estación.
En verano contento, en invierno
La respuesta fisiológica a la luz natural es parte de nuestro ritmo circadiano y define nuestro reloj biológico interno. EL tic tac interno está fundamentalmente influenciado por la luz natural y por la temperatura.
Toda esa información que recogen las terminales neuronales (como en la retina o en la piel) es enviada al hipotálamo (el reloj de nuestro cerebro) dónde se procesa e interpreta la información para subirse a la nube (es decir, la neocorteza) para estar en sincronía con el entorno.
¿Puede ser que las estaciones del año y la latitud en la que nos encontremos nos influencia en nuestro estado de ánimo? La respuesta es sí: nuestro ritmo circadiano está directamente influenciado por el entorno más inmediato (parte de ello, el clima) y eso puede afectar a nuestra calidad del sueño, el estado de ánimo, la digestión y la temperatura corporal, ¡Hechos que pueden ser regulados positivamente si combinamos el buen clima con el contacto con la naturaleza!
Un adecuado nivel de exposición solar ayuda a regular los siguientes aspectos y procesos fisiológicos:
⚪ Niveles de energía,
⚪ Estado de ánimo,
⚪ Concentración y foco mental,
⚪ Calidad del sueño,
⚪ Sensación de bienestar,
En definitiva, unas vacaciones a un destino paradisíaco con sol y naturaleza realmente es saludable para tu cerebro, y si él te lo pide, te recomiendo que le hagas caso.
Déjame tu opinión, te leo.
Más metaconsciencia.
Más mindfulness.
Gonzalo Doctor
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