Cuando el miedo a la pérdida bloquea tu cerebro
«Una persona valiente no es aquella que no siente miedo, sino aquella quien conquista el miedo»
Nelson Mandela
El cerebro ha ido evolucionando durante millones de años para ser un inevitable e imperfecto predictor de la realidad. Basado en experiencias previas. Predecir lo que potencialmente iba a pasar en un futuro cercano, ha permitido a las tribus originarias sobrevivir ante la adversidad del entorno para poder reproducirse y evolucionar. Esta evolución ha llegado a las actuales sociedades complejas, un poco alejadas de esa realidad con la necesidad de supervivencia como prioridad.
Lo cierto es que algunas áreas de nuestro cerebro siguen operando con un sistema informático propio de una época lejana, de aproximadamente 200 millones de años de antigüedad. Si, ¿un poco atrasado verdad?
El sesgo cognitivo (neurobiológicamente codificado) es aquel en el que tu cerebro pondera 2,5 veces más el potencial riesgo de pérdida y/o trauma de una decisión, que la recompensa y la ganancia tiene otra decisión que igual dimensión. Eso quiere decir que tu cerebro prefiere que te quedes donde estás (por miedo a que pierdas a tu tribu o te enfrentes a un medio hostil) a que te animes a expandir tu vida. Nuestras daciones están sesgadas por este procesamiento inconsciente que hace el cerebro.
Esto también se puede explicar con la famosa ley del efecto, acuñada por el psicólogo Edward Thornike, en la que explica que las respuestas que sean seguidas de conductas reforzadas serán asociadas al estímulo y tendrán mayor probabilidad de ocurrencia cuando el estímulo vuelva a aparecer. En otras palabras, tu cerebro recuerda mejor y más veces lo que te sale mal que lo que te sale bien. ¿Interesante verdad?
¿Y si lo aprendido no corresponde con nuestra realidad?
“Un niñx aprende a vivir lo que le han enseñado a vivir»
Dorothy Notte
Nuestros vínculos primarios son quienes construyen y le dan forma a la realidad que vamos interiorizando en nuestra infancia. El sistema de creencias de nuestros vínculos primarios y sus propias experiencias (funcionales o disfunciones) impactará directamente en el crecimiento, desarrollo y madurez del cerebro. El desarrolo de niñox (child development theory) se refiere a los cambios y consecuencias físicas, del lenguaje, pensamiento y emociones que ocurren desde el nacimiento hasta la adultez.
En este período el niñx no solo recibe influencia de sus padres/guardines sino también de factores genéticos y epigenéticos. El medioambiente que le rodea afecta sustancialmente su neuroplasticidad, desarrollo neuronal, el pruning neuronal (capacidad del cerebro de elegir ciertas vías neuronales a favor de otras por frecuencia de uso y necesidad de optimización); y en consecuencia la capacidad de aprender.
Esto se debe a que el crecimiento del cerebro continúa luego del nacimiento (a diferencia de otros órganos que al nacer ya se encuentran 100% desarrollados): el cerebro humano nace inmaduro. Gracias a su increíble capacidad neuroplasticidad, el cerebro cuadruplica su tamaño para la edad de 6 años, alcanzando ya el 90% del tamaño de la edad adulta.
La sorprendente magnitud de los cambios estructurales en el cerebro hasta la adolescencia explica la complejidad de las funciones cerebrales y su organización; y destaca su delicada y vulnerable capacidad de adaptarse al medio ambiente que lo rodea y a la educación recibida.
Ejemplo: si has vivido en un sistema familiar donde era celebrado (y ponderado) el desarrollo académico por sobre la expresión artística; dado a la maleabilidad del cerebro para reconocer dicho patrón (e incapacidad para comprenderlo), tu cerebro asume que “para ser amado has de estudiar y sobresalir académicamente; y para ser amado no has de desarrollar tu lado creativo o realizar una carrera en bellas artes”.
Otro ejemplo: De igual manera que en el anterior ejemplo, si tú has sido criado por padres con miedo sobredimensionados y co-dependientes emocionales; probablemente has internalizado inconscientemente sus miedos: “cuidado que te vas a caer, no hagas eso”, “No salgas que te va a pasar algo”, “no confíes en la gente, no puedes confiar en nadie”, “el dinero es malo, los que tienen dinero es porque algo malo habrán hecho”, “no te vayas que si te vas me siento mal y sola” (co-dependencia emocional). Esto estará «impreso» en tu cerebro y en tu circuito de creencias.
Lo cierto también es que nuestros padres también han heredado creencias inconscientes de sus padres. Por lo que la historia se remonta a varias generaciones. Es nuestra responsabilidad como adultos sanear y realizar los cambios necesarios. La responsabilidad de re-aprender es tuya; así podrás crear nuevas y saludables conexiones neuronales para poder manifestar la vida que quieras.
Liberando nuestra historia: la educación recibida que bloquea la capacidad de crecer
«Queremos la educación porque así el carácter es moldeado, la fortaleza de la mente es incrementada, el intelecto expandido, y así uno se puede parar en sus propios pies.»
Swami Vivekananda
La respuesta de todos los sesgos cognitivos (y su correspondiente respuesta neurobiológica) es adaptativa. Tu cerebro quiere protegerte a ti y a tu tribu de algún daño o pérdida. Este sistema era muy útil cuando las comunidades vivían como nómadas y las amenazas eran reales (el león estaba allí afuera y no en nuestras cabezas). Los sesgos permitían proteger a la comunidad para garantizar su prosperidad.
Actualmente algunos de estos sesgos están obsoletos o no actualizados. Ya que el riesgo real – en esta sociedad moderna desarrollada en la que vivimos – de que un león te coma es muy bajo o mejor dicho nulo. Sin embargo, la tendencia neuronal sigue estando allí.
Si ya has tenido experiencias propias con las que hayas sentido esa vocecita interior que te recuerda que “no has logrado algo». Entonces, lo que tú te hayas dicho a ti mismo en ese momento en tu diálogo interno será lo que tu cerebro recreara como la realidad. La buena noticia es que este diálogo interno uno lo puedo entrenar y gestionar para que juegue a nuestro favor (¡y no en contra!). Así, favorecerás la interiorización de cada experiencia y tu propio sistema de creencias de manera ecológica (entendida como la capacidad de ser sostenida en el tiempo y que genere harmonía) y flexible. Aquí está la clave de realizar meditación y prácticas contemplativas como journaling. Es con este tipo de prácticas que uno observa el contenido de la mente y puede redireccionar la atención y pensamiento.
Un ejemplo claro es cuando queremos aprender un idioma (que es una de las formas más importantes de crear neuroplasticidad), algo que requiere paciencia, persistencia (para repetir esa vía neuronal) y tolerancia a la frustración. Sí rápidamente desistes porque “no te sale” y te dices “nunca voy a aprender ese idioma” (en vez de decirte “aprender un idioma requiere tiempo, lo estás haciendo bien, has aprendido una nueva palabra, vamos!”); entonces tu cerebro toma esas palabras como tu realidad y activará los mecanismos para que cuando te encuentres en una situación similar poder recordártelo.
El trauma en tu cerebro
“En vez de decir «Estoy dañado, estoy roto, o tengo problemas». Yo me digo «Estoy sanando, me estoy describiendo y estoy empezando de nuevo»
Horacio Jones
Si has experimentado un trauma (de cualquier dimensión), existen muchas posibilidades de que la intensidad del sesgo se multiplique y la representación de la realidad se vea limitada. El trauma puede ser un tema complejo y existe una base neurológica sólida. La neuropsicología del este tema es muy interesante y que seguramente incorporaré en otro blog.
El trauma es una respuesta emocional y neuro-endócrino-fisiológica a un evento determinado que no ha pedido ser integrado saludablemente dado a intensidad y contexto (ejemplo de traumas grandes: guerra, muerte de familia, violencia, violencia psicológica, negligencia familiar, etc.). Esto genera una huella en tu cerebro que al ser gatillado por estímulos mínimamente similares, evoca emociones intensas disfuncionales impredecibles, síntomas físicos, y desconecta de la unidad cuerpo-mente.
Personalmente, he tenido Trastorno de Estress Post Traumatico (PTDS) a raíz de una experiencia en mis 25 años de edad. Lograr la sanación fue todo un camino, y volver a recuperar la libertad de mi neocorteza, que estaba condicionada por la respuesta adaptativa de mi cerebro, fue liberador.
Por ello, si tú has experimentado un trauma grande o pequeño, te aconsejo que busques ayuda de un profesional y te invito a que investigues sobre EMDR. Sanar esa herida te permitirá que tu cerebro aprenda otra forma de interpretar la realidad y abrirás las puertas para crear la vida que quieres vivir.
¿Por dónde empezar?
Las prácticas como el journaling y la meditación es una buena manera de comenzar. Sus beneficios son muchos. ¡Te invito a que encuentres contenido en mi Instagram y en la web!
Espero que te haya sido útil este blog.
Hacia un cuerpo-mente saludable.
Hacia una vida auténtica.
Gonzalo Doctor
Médico Holístico & Especialista en Medicina del Deporte y la Salud
Analista Junguiano en formación & Human Potencial Coach
Neuropsicología aplicada & Mindfulness
Yoga y EDMR
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